De esas cintas duras que uno se topa cada tanto... queda uno sintiendose como una mierda al final de la horita 40 que le receta a uno ese realismo naturalista crudo de lo que es la vida en las zonas rurales desérticas de México donde las relaciones impropias, el narcotráfico, el sicariato, el abandono y la miseria son el día a día.
Visualmente la fotografía de esta cinta es de alto nivel y el ritmo que lleva, a pesar de tener escenas contemplativas, no suelta en ningún momento. La realidad mostrada acá es a la patada, todo se siente brusco, agresivo, despiadado, seco, feo, y Amat Escalante logra que de alguna manera sea difícil poner en duda lo que está…