La vida se debería ver en 16 mm.
Franco, dulcísimo y un retrato con increíble sensibilidad. Maison du Bonheur está talado del mismo árbol que comenzó Agnés Varda y ahora continúa también otra como Sarah Polley. Hay una búsqueda muy importante de lo natural, de lo cotidiano y una necesidad de agotar detalles. Me encanta cuando una película es muy chiquita pero al mismo tiempo se siente enorme, principalmente porque no entiendo cómo llegaron a esa sensación, pero es muy evidente que no sólo habla del sujeto, sino de su contexto y los paralelos entre ella y la cineasta.
A pesar de centrarse en un solo personaje, y estar estrictamente dividida en segmentos, Maison du Bonheur se siente juguetona, inocente…