Hay muchas cosas hacen de Princesita una gran obra, empezando por la gran potencia visual. La fotografía hipnótica y la espectacularidad de las localizaciones nemorosas ayuda a crear un ambiente que bascula entre el cuento de hadas y la pesadilla más enfermiza. A ello hay que añadir el duelo interpretativo entre Nathalia Acevedo como la insegura y curiosa Tamara y Marcelo Alonso como el calmado pero imponente Miguel. La relación entre ambos es uno de los elementos esenciales con los que Rivas utiliza el culto y el papel de la mujer en él como una clara y brillante metáfora de las dinámicas de género en la sociedad actual. Y es que todo el cuyo preciosismo estético puede verse, juntamente con…