Lo más increíble del discurso de la película es su atemporalidad y su importancia sin importar de qué lugar estamos hablando. Esto no es solo Colombia, países del Medio Oriente, algunos otros en el continente africano, e incluso olvidados lugares en Asia son y serán víctimas por mucho tiempo de estos vampiros de la pobreza.
Agarrando pueblo es un cortometraje que funciona como falso documental y a la vez como meta-filme. Le quita el velo al amarillismo, sensacionalismo, o porno miseria, mientras los satiriza haciendo una burla muy inteligente de quiénes lo dirigen y quiénes lo consumen. Además, tiene uno de los guiones más sorprendentes de la historia del cine donde el diálogo burlesco complementa una imagen fílmica muy detallada aunque cruda y realista.
— Ellos están grabando la verdad.
— ¿Cuál verdad, hombre? Eso es pura mierda.
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