Argentina, 1985

Argentina, 1985

Esa escena en la que Darín está preparando la acusación de Strassera en su casa, con Strasserita, y este último hace incapie en el poco nivel de entendimiento que puede haber si el uso de "gesto neroniano" no viene acompañado de una aclaración de que es un gesto de pulgar hacia abajo. Creo yo, ahí reside la confesión de la película y la riqueza de esta. Hay cosas que en el terreno de lo simbólico pueden perder valor e incluso vulnerarse, hay cosas que deben ser dichas de manera clara y consisa. Para que sean escuchadas por todos, comprendidas, para sentar un precedente, para convencer incluso a esa madre reacia de una familia patricia con gran tradición militar.

Cuando hablo que allí reside una confesión de parte de la película, también me refiero a que en ese momento uno bien puede pensar en Mitre abandonando todo tipo de intención autoral para centrarse en darnos un film bien didáctico. Que esto último no es malo, supongo que la naturaleza propia de la película hace lo suficiente por justificarlo. Digo, una producción millonaria de un gigante extranjero del streaming, con una estética hiper domesticada, con una impostura humorística en rechazo a la solemnidad muy marcada –a veces puede resultar cansador ya– y más de una bajada de línea que, aunque aceptemos su naturaleza didáctica, puede hacernos surgir un ”¿es necesario?". Aceptando está naturaleza, te podes cruzar con una gran y emocionante película. ¿Podemos discutir si le corresponden los méritos de la emotividad? Tal vez si, pero lo logra. Y ponerlo en pantalla ya debe ser un mérito en si.

Desde que terminó la película pensé que, como suele pasar con estas películas que toman relevancia internacional, tiene más bien poco que decirnos a los argentinos y es excelente para encajarla en cines de los Estados Unidos. Después, pasadas las horas, recordé que ya hace un par de años se están fomentando desde ciertos sectores de la política partidaria estos discursos de reivindicación a la última dictadura cívico militar y la negación de la cifra de desaparecidos. Con candidatos a presidente que con mucha soltura se pasean en los medios repitiendo estás barbaridades. Y que seguramente el año que viene habrá nuevamente un candidato con estas ideas despreciables con un micrófono en frente... generando odio y avivando estos dircusos en ciertos sectores de la sociedad. En un país con una memoria colectiva tan fuerte y tan golpeada, es inaceptable que estos discursos tomen relevancia y/o masividad. Entonces no se que tanto se puede renegar de su redundancia y de lo que tiene o no para decirnos a los argentinos.

Entendiendo la capacidad transformadora que puede tener el cine en quien lo contempla, lo cuidadosamente didáctica que es esta película resulta excelente. Incluso comprendiendo la imposibilidad del cine de reemplazar a quienes realmente les corresponde hacer algo –dejar a Alfonsín fuera de campo–. Y aquellas escenas en donde se ven cámaras quedando pequeñas ante la situación pero nunca dejando de funcionar... ligandole una responsabilidad histórica al cine. ¿No corresponde? ¿no se le puede exigir nada al cine? cómo que no, filmen lo que hay que filmar. ¿Se queda pequeño el cine ante las injusticias del mundo? seguramente si, obviamente, pero no por eso hay que dejar de filmar o bajarle el precio al cine como un arte. ¿Quien dijo que el cine es entretenimiento?

Supongo que es la película sobre la dictadura que el pueblo argentino se merecía... una que vaya, con cierto rigor cinematografico, y atacando todas las aristas de disputa, dejando bien firme y claro una sola cosa: Nunca más.

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